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Los clientes llevan quejándose, por escrito, de los plazos de entrega y de la calidad en la atención personal desde hace casi 4000 años: LA QUEJA MÁS ANTIGUA DE LA HUMANIDAD

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Los que llevamos un tiempo, unas tres décadas en mi caso, en el área comercial o de atención al cliente de las empresas, sabemos que satisfacer a todos los clientes en todo momento es muy complicado.

Siempre escucharemos eso de «antes no pasaba esto» o «ahora los clientes son muy especiales» y claro cuando he leído que en  el año 1.750 a.c. un comerciante le envió una tablilla a su proveedor de cobre en un tono muy molesto, ya que la calidad de la mercancía no era la pactada, muy enfadado por el hecho de la demora en la entrega del envío y también muy cabreado por el trato recibido, me ha venido la sonrisa a la cara. Con lo fácil que era en su época en el Medio Oriente el tráfico de mercancias y personas.

El cliente, Nanni era su nombre, finalmente le dice a Ea-nasir, el proveedor : «Tenga en cuenta que (de ahora en adelante) no aceptaré aquí ningún cobre que no tenga buena calidad. De ahora en adelante, seleccionaré y tomaré los lingotes individualmente en mi propio patio, y ejerceré contra usted mi derecho al rechazo porque me ha tratado con desprecio». Diría que es un todo muy educado.

En mi experiencia los clientes perdonan muchas cosas a los proveedores, gestionar de forma adecuada las quejas nos puede llevar a fidelizar y mejorar las relaciones comerciales. Sin embargo la falta de atención personal, o personalizada, en la gestión de las quejas de los clientes, a buen seguro nos llevará a perderlos de forma escandalosa.

Diría que el amigo Nanni o cambió de proveedor o tuvo finalmente una reparación moral.

Te adjunto el artículo.

 

Esta es la queja más antigua de un cliente en la historia de la humanidad (y es genial)

 

 

 

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